Ayer descubrí que el tío abuelito tiene un tatuaje en el
brazo. Nunca se lo había visto y nadie me había contado de él. Es monocromático
y de líneas sencillas. Y cuando lo ví, me impresionó el excelente estado de la tinta al
enterarme que se lo hicieron sin más herramientas que una jeringa cuando tenía
17, allá por 1919.
No le gusta que se lo vean ni le pregunten por él y le ha
prohibido a su nieto que se haga uno igual. Es un tema prohibido, y me han
dicho que la tía abuelita decía que si hubiera sabido que tenía ese tatuaje
antes de casarse, no se hubiera casado con él (aunque yo sé que sí).
Me hubiera
encantado preguntarle a mi abue qué opinaba del tatuaje de su hermano y qué hizo
la bisabuela cuando se lo descubrió (si es que lo hizo). Hubiera sido una de
esas grandes historias que me tenían fascinada mientras me las contaba y yo
estaba sentada en sus piernas cubierta por su chal…
Yo quiero una vida así de larga y así de llena de grandes
historias para contar.
G.