Desde la ventana la ciudad me mira con esa falsa indiferencia que es en realidad tranquilidad y silencio... Esa tranquilidad que sólo la satisfacción de un día bien vivido puede crear. Yo le correspondo las miradas y nos entendemos, porque esta noche somos espejos: mis ojos brillan por el reflejo de sus luces lejanas; su superficie luce serena como eco de mi espíritu. Esta noche la ciudad y yo nos reflejamos. G.
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