Lo primero que se me viene a la mente es la imagen de mi bella bandera y el orgullo que siento al verla ondearse donde sea. Luego se me viene un dolor de estómago cargado de coraje e impotencia, cuando me acuerdo del caos que estamos viviendo. El descaro de la gente que tiene en sus manos el poder, el cinismo con el que nos mienten y nos tratan como si no fuéramos seres inteligentes.
Me acuerdo de todas las personas que mueren todos los días por una supuesta guerra necesaria, de todas las personas que son víctimas de la injusticia de la llamada Justicia.
Me acuerdo del mal uso que se da a los recursos que son de todos los mexicanos: dinero, territorio, energéticos, y todo aquello que llena a México de verdaderos tesoros.
Pienso en la exagerada inequidad de oportunidades, en el exagerado desequilibrio en la distribución de riquezas y en el exagerado conformismo de muchos mexicanos ante esta situación.
Y luego pienso en mis raíces, en la gente que amo, en las calles que recorro, en los paisajes que tanto disfruto. Y me queda claro que amo a mí país, muy por encima de la escoria que lo mancha. Y confirmo que es mi deber y mi deseo hacer todo cuanto esté en mis manos por fomentar y promover este amor a México, contribuir en lo que pueda por hacerlo crecer y hacerlo cambiar para bien.
Entonces cuando digo que me enorgullece ser mexicana, no me refiero a ponerme una camiseta de futbol, a brindar con un caballito de tequila o cantar con el mariachi. Me refiero al esfuerzo diario de las personas que al igual que yo, están hartas e inconformes con el México de hoy, pero que no dejan de intentar hacer un cambio.
Y pueden estar seguros: entre todos lo lograremos.
G.
Producto orgullosamente Mexicano.